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¿ES POSIBLE HABLAR DE BUENA ARQUITECTURA? la delimitación del campo de juego

¿Es posible hablar de buena Arquitectura? En una serie de post vamos a trabajar sobre este tema, pero primero hemos de diferenciar entre la buena y la mala arquitectura. No obstante, antes de entrar en valoraciones debemos hacernos una pregunta esencial: ¿Qué es arquitectura?

Para comenzar a hablar de arquitectura hemos decidido comenzar con la cabaña atávica. Abbé Laugier, hombre de la Iglesia y de las Letras de la Francia de Ludovico XIV, apuesta porque la arquitectura ha de ser un gesto primario e inequívoco a la hora de proveer un techo al hombre en busca de cobijo. No obstante, los cuatro árboles, cuyas brancas forman sendas hastiales coronadas por troncos transversales a modo de limatesa y limahoya, expresan una voluntad arquitectónica nítida que va mucho más allá de la tienda primitiva o el iglú. En realidad, el jesuita y teórico era un defensor acérrimo del gótico, estilo en el que veía realizada la esencia misma de la arquitectura que, para él, siempre se basaba en la ejemplificación de los principios constructivos elementales.

Laugier alababa el pilar como elemento principal del esqueleto estructural y despreciaba el muro, al que no atribuía ningún valor expresivo más allá de su función de relleno. Con esa posición creaba el fundamento para sucesores tan ilustres cómo Viollet le Duc, Auguste Peret y Mies van der Rohe. Todos ellos creían firmemente en la importancia de lo tectónico cómo esencia de la arquitectura. Éste le imprimiría su ritmo y vigor en el espacio-tiempo, mientras atribuían a la piel de los edificios un rol secundario. Sin embargo, hoy en día el esqueleto constructivo está evolucionando, por dos motivos asociados a las innovaciones en la calidad e investigación que está experimentando la arquitectura a lo largo de estas décadas.

Por un lado, las nuevas tecnologías y materiales como los vidrios de altas prestaciones y aislamientos traslúcidos híper eficientes disuelven de forma progresiva la tradicional dicotomía entre cerramiento opaco y abertura acristalada, desviando la atención principal de la estructura hacia la piel. En ese contexto, las infografías, cada vez más sofisticadas, han despertado una avidez visual sin precedentes que convierte los edificios realmente construidos en artefactos obligados a competir con sus imágenes o productos de la realidad virtual en cuanto a espectacularidad e impacto publicitario.

Por otro lado, los métodos de cálculo de estructuras avanzadas permiten sustituir la función portante del pilar por sistemas de mallas tridimensionales en las que los forjados se transforman en membranas tensadas que envuelven espacios no ortogonales. En ambos casos, la arquitectura de los ordenadores afecta de manera profunda al espacio construido de nuestro círculo vital, cuyos contornos han empezado a difuminarse entre lo real y lo ficticio, al tiempo que los límites de nuestro modelo de sociedad basado en la información y la superproducción se hacen cada vez más patentes. Bajo el signo amenazante del cambio climático, el gesto de la diosa de la naturaleza que le indica al hombre desnudo, desprotegido y aún carente de vestimenta, el camino hacia su hogar firmemente enraizado en la Madre Tierra resulta ciertamente premonitor.

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